30 de marzo de 2008

Cine y Bizcochos

Esta ocasión le tocó el turno al cine documental, aunque se trató de uno muy especial. Proyectamos una filmación de los años sesenta sobre el circo del gran escultor Alexander Calder, que un buen día decidió confeccionar con los materiales que usaba magistralmente (trapo, madera, alambre, y alguna goma) una pista de circo sobre la que fue añadiendo los personajes de una compañía completa. Las niñas y los niños y, sin duda, también los mayores, pudimos asombrarnos, maravillarnos y reirnos con el mundo en miniatura, lleno de vida, de Calder, un mago-maestro de ceremonias, a medio camino entre niño-grande y experimentado cirujano del metal. Fue una película tierna, llena de frescura. Y todo esto, acompañado de los siempre deliciosos bizcochos que nos traen las madres (y algún que otro padre). Vivan los bizcochos. Y viva el cine.





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